El agua es un elemento fundamental para nuestra salud. De hecho, su falta produce una deshidratación celular que provoca sed y aumento de la temperatura corporal.
Según los expertos, el ser humano no puede estar más de 72 horas sin beber agua. De hecho, para mantener un correcto estado de salud, y a pesar de que la cantidad varía en función de distintos factores como el peso corporal o la temperatura ambiente, necesitamos ingerir diariamente entre un litro y medio y dos litros de agua.
De acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el agua del grifo es segura. No obstante, un porcentaje importante de consumidores se decanta por el agua mineral, bien sea por el sabor desagradable del agua del grifo, los residuos sólidos o la dureza del agua de la zona.
A estos factores se suma la preocupación por el crecimiento bacteriano, los componentes invisibles que circulan en el agua o los microplásticos que se desprenden de las botellas, especialmente si las reutilizamos.
Por este motivo, muchas personas apuestan por los sistemas de purificación y filtrado de agua en casa.
Existen numerosos factores importantes a la hora de determinar la calidad del agua que bebemos:
Según informa a La Vanguardia, Mariana Aróstegui, bióloga experta en nutrición y responsable de este área en la clínica Bmum de Madrid, el agua filtrada es la que más garantías de calidad puede ofrecer.
A pesar de que para muchos el agua embotellada ofrece una mayor seguridad, esta experta recuerda que distintos estudios confirman que este agua puede contener microplásticos, que se pueden acumular en el organismo y cuyos efectos a largo plazo se desconocen.
Además, según informa la OCU, el agua embotellada es cara y poco respetuosa con el medio ambiente.
El agua embotellada presenta grandes inconvenientes en relación con el medio ambiente:
En relación al medio ambiente, Mariana Aróstegui apunta que el agua filtrada "evita el transporte de botellas por todo el mundo" y así, reducir la contaminación al tiempo que se elimina la posible ingesta de micropartículas tóxicas que puede contener el agua corriente de los hogares.
De la misma manera, muchos expertos sostienen que el agua del grifo mejoraría en calidad y perdería toxicidad
si se puede filtrar. Según ha informado la mencionada bióloga, este agua podría llegar a contener “restos de metales pesados, partículas de pesticidas u otros productos agrotóxicos" que pueden filtrar al subsuelo y llevar al agua que bebemos.
El método más común de filtrado para el hogar es el filtro de carbón activado, en los que el agua se depura físicamente a través de filtros especiales que se instalan en el grifo o el sistema de ósmosis inversa, que precisa instalación.
Dentro de esta categoría, la opción más sencilla son las jarras con filtros, que aproximadamente se deben cambiar una vez al mes. No obstante, uno es su mayor inconveniente: tiene poca capacidad, por lo que la conveniencia en su utilización depende de las necesidades de cada hogar.
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