Concepción Monje Micharet: "Si programas un robot para ser perezoso, te puede bostezar y decirte me aburres"

2022-08-20 08:59:44 By : Mr. Lincoln Wang

Sábado, 20 de Agosto de 2022

Nuevas fronteras. “El robot no siente, no padece, no tiene dolor, pero puede emular todo eso”, dice Concepción Monje Micharet, Doctora en Ingeniería Industrial.

Humanoides empáticos, robótica social y blanda. Conceptos que se intersectan en la tecnología con una brisa de ciencia ficción. A estas aplicaciones en la vida diaria se dedica Concepción Monje, una de las especialistas más reconocida de la materia en el mundo.

Trabajar codo a codo con Antonio Banderas en un proyecto cinematográfico no es una condición habitual para un científico. “Autómata” es una película de ciencia ficción realizada en el 2014, pero que relata sucesos del 2044.

Protagonizada por Banderas; dirigida por Gabe Ibáñez. Buscaban a alguien para la asesoría científica. Ocurre en un entorno pos-apocalíptico, donde los supervivientes han construido robots, llamados “peregrinos”, para ayudarles a reconstruir el campo en ambientes hostiles. Estos autómatas tienen dos protocolos inalterables: preservar la vida, y no pueden modificarse a sí mismos.

El aporte de Concepción Monje Micharet permitió dotar a las máquinas de coherencia científica. “La película retrata una visión clásica de la robótica humanoide con un punto muy futurista en el que los robots adquieren un grado de inteligencia que supera a la humana -cuenta ella. Estamos muy lejos de que suceda en la realidad. Lo más inmediato es tener un dispositivo robótico ayudándonos en tareas cotidianas”.

-Hablas de empatía cuando desarrollas conceptos sobre los “robots sociales”.

-El gran reto de la robótica social radica precisamente en la inteligencia emocional; no porque el robot requiera emociones, sino porque la persona que necesita de su asistencia lo aceptará más fácilmente a través de la emoción, desarrollando empatía. Es en la emulación de emociones humanas donde radica gran parte de la línea de investigación en esta área de la robótica, así por ejemplo, no es lo mismo que un robot emita un mensaje de “batería casi vacía” o que diga “estoy cansado/a” y que, a la vez, bostece o entorne los ojos, creando así en la persona que recibe ese conjunto de mensajes (verbal y gestuales) la empatía que se produciría entre dos seres humanos.

-¿Cómo aprende empatía un robot?

-En definitiva no deja de ser otra codificación, una cierta norma. El robot no siente, no padece, no tiene dolor, pero puede emular todo eso. El robot tiene una serie de sensores que le determinan el estado en el que se encuentra. Y esa información de los sensores es la que él mismo utiliza con un algoritmo que en función al estado de esos sensores, determina una cierta acción. Y esa acción puede ser mostrar una emoción. Maggie lleva una cuenta de cada interacción. Cada vez que habla conmigo ella sabe que yo más o menos le demando media hora, reconoce mi voz, recuerda si en otras ocasiones ha tenido que jugar o bailar, si la interacción conmigo le consume muchos recursos. Es muy difícil sintetizar y traducir una emoción a un algoritmo, pero hay que empezar por lo básico. Aprendizaje por refuerzos es esa sensorización que tienen los robots que le permite aprender lo que tú le programes que aprenda. Si programas a un robot para ser perezoso, te puede bostezar y decirte “me aburres”, o “no quiero”.

-Trabajas en desarrollos de robots que imitan a las plantas o a algunos animales. ¿Podrías contarme un poco sobre ello?

-Si observamos la naturaleza, descubriremos que la mayoría de los seres y elementos que la forman son blandos, todo lo contrario a lo que sucede con la robótica tradicional, que es eminentemente rígida. Éste es el nuevo paradigma que tenemos que abrazar: el de la robótica blanda. Los robots con cuerpo y sistemas sensoriales y de actuación blandos pueden adaptarse mejor al entorno y ejecutar sus tareas de manera más adaptativa, igual que lo hacen las numerosas criaturas blandas de la naturaleza. Son fascinantes las aplicaciones de este tipo de robótica que están revolucionando nuestro mundo.

-¿Qué cambios implica destronar el paradigma antiguo y migrar a la robótica blanda?

-Gracias a la incorporación de elementos blandos en los dispositivos robóticos podemos desarrollar nuevas prótesis mucho más avanzadas que las convencionales para reemplazar miembros perdidos, prótesis capaces de reproducir el movimiento natural de nuestro cuerpo y de ayudar a los pacientes a restaurar sus funciones motoras. Es indudable también el salto cualitativo que se produce en la habilidad de manipulación gracias a la incorporación de materiales blandos en la fabricación de manos robóticas, cada vez más parecidas a las humanas en aspecto y en destreza. Los animales son también referencia para la robótica blanda. Podemos recrear desde el comportamiento de un pulpo con habilidades para agarrar, gatear y nadar, con todas las aplicaciones que esto conlleva, hasta el comportamiento de un pequeño gusano de tamaño más pequeño aún que nuestra yema del dedo, con capacidad de acceder a todo tipo de superficies recónditas e inspeccionar el terreno. Y más fascinante aún, podemos crear robots blandos comestibles que pueden de manera segura llevar medicina a las distintas partes de nuestro cuerpo, examinar obstrucciones e incluso ayudar a eliminarlas. Aplicaciones todas estas inalcanzables para la robótica rígida.

-Hablemos de ética robótica. ¿Cuáles son sus definiciones al respecto?

-Creo que es momento para comenzar a establecer paradigmas de regulación porque lo que suceda con los robots determinará nuestro futuro. Nuestra realidad estará repleta de ellos. Los tendremos para multitudes de labores. Como es parte de un futuro remotísimo que un robot alcance la empatía humana, requerimos de un código ético para fijar responsabilidades y regular normativas. Es algo que estamos trabajando ya en la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Comunidad Económica Europea. Entre otras cosas estaremos trabajando sobre hasta qué punto un robot puede participar en la vida humana. Es un espacio en el que vamos nadando a medida que el agua llega.

Nacida en España, Concepción Alicia Monje Micharet (Badajoz, 1977) es científica investigadora en robótica humanoide en Robotics Lab de la Universidad Carlos III de Madrid. Hizo el Doctorado en Ingeniería Industrial la Universidad de Extremadura- Ha trabajado en Center for Self-Organizing Intelligent Systems (CSOIS, EE.UU) y el Institut für Robotik und Mechatronik (DLR, Alemania). Publicó un libro: “Fractional-order Systems and Controls. Fundamentals and Applications”. Es Directora del Center for Aeronautical Training and Services (CATS) de la Universidad Carlos III de Madrid.

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Edición Nº: 9634 20 de Agosto de 2022

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